Los problemas emocionales como la depresión han comenzado a
aumentar la lista de causas que están llevando a los universitarios a desertar
del sistema de educación superior del país.
Así lo asegura un reciente estudio de los investigadores de
la Universidad de la Salle,
que pretendía determinar las razones que llevarían a 15.000 universitarios
encuestados al abandonar las actividades académicas.
Los autores se enfocaron en la importancia que tienen para los jóvenes los llamados ‘huecos’ o tiempo que transcurre entre clase y clase, y los espacios sociales como los grupos de estudio o la vida familiar.
Los investigadores establecieron que lo que pasa fuera de las aulas puede afectar a los universitarios tanto como lo que ocurra dentro de ellas. “Existen dos espacios en los que los estudiantes pasan su tiempo mientras están en la universidad: los salones de clases y la vida social”, afirma el estudio realizado a partir de la encuesta.
En el primer caso es fácil determinar cómo la necesidad de sacar buenas notas y el promedio puede afectar el desempeño educativo. Y en el segundo, se encontraron factores intangibles que si bien no se pueden cuantificar, sí están acarreándoles problemas a estos jóvenes.
La soledad, los duelos y la influencia positiva o negativa del círculo de amigos que el estudiante construya al ingresar a la institución son tres de esos factores intangibles, explica el grupo investigador.
Difíciles de detectar
La soledad, según el estudio, suele darse entre primíparos que encuentran dificultades para encajar en el contexto universitario tras no olvidar los fuertes lazos de amistad que dejaron en el bachillerato. Eso puede llevarlos al aislamiento social, afirman los investigadores.
También explican que muchos universitarios no están preparados para afrontar pérdidas que los golpean emocionalmente; por esa razón, no saben hacerles el duelo a relaciones amorosas o de amistad que se rompen, o al fallecimiento de familiares o seres cercanos.
Los investigadores encontraron, además, que en el contexto universitario hay poca movilidad de estudiantes entre diferentes círculos de personas, razón por la cual estos grupos, que tienden a ser muy cerrados, rara vez permiten el ingreso de un nuevo miembro.
El hermano Frank Ramos, vicerrector de promoción y desarrollo de La Salle y director del estudio, afirma que con frecuencia padres y profesores desconocen la trascendencia de los espacios sociales de los universitarios. “No solo el factor emocional presente en esos espacios es tenido en cuenta a la hora de estudiar la deserción, sino que representa uno de los más difíciles de detectar”, afirma.
Ramos reconoce que la mayoría de las universidades orientan a los estudiantes que pasan momentos académicos difíciles o de pago de sus estudios, pero advierte que no pasa lo mismo con aquellos que atraviesan por situaciones emocionales adversas, las cuales no son fáciles de comunicar y de detectar.
María Patricia Gómez, directora del programa de integración a la Universidad de la Sabana, explica que el estado emocional del estudiante es fundamental a la hora de escoger la carrera y de ingresar a la educación superior.
“El impacto emocional que puede tener para un joven el darse cuenta de que lo que decidió estudiar no es lo que esperaba puede ser enorme y esto puede llevarlo, en el mejor de los casos, a cambiar de carrera y, en el peor, a aplazar sus estudios definitivamente”, advierte Gómez, quien recuerda la importancia de prestarles más atención a los problemas emocionales de los universitarios.
Los autores se enfocaron en la importancia que tienen para los jóvenes los llamados ‘huecos’ o tiempo que transcurre entre clase y clase, y los espacios sociales como los grupos de estudio o la vida familiar.
Los investigadores establecieron que lo que pasa fuera de las aulas puede afectar a los universitarios tanto como lo que ocurra dentro de ellas. “Existen dos espacios en los que los estudiantes pasan su tiempo mientras están en la universidad: los salones de clases y la vida social”, afirma el estudio realizado a partir de la encuesta.
En el primer caso es fácil determinar cómo la necesidad de sacar buenas notas y el promedio puede afectar el desempeño educativo. Y en el segundo, se encontraron factores intangibles que si bien no se pueden cuantificar, sí están acarreándoles problemas a estos jóvenes.
La soledad, los duelos y la influencia positiva o negativa del círculo de amigos que el estudiante construya al ingresar a la institución son tres de esos factores intangibles, explica el grupo investigador.
Difíciles de detectar
La soledad, según el estudio, suele darse entre primíparos que encuentran dificultades para encajar en el contexto universitario tras no olvidar los fuertes lazos de amistad que dejaron en el bachillerato. Eso puede llevarlos al aislamiento social, afirman los investigadores.
También explican que muchos universitarios no están preparados para afrontar pérdidas que los golpean emocionalmente; por esa razón, no saben hacerles el duelo a relaciones amorosas o de amistad que se rompen, o al fallecimiento de familiares o seres cercanos.
Los investigadores encontraron, además, que en el contexto universitario hay poca movilidad de estudiantes entre diferentes círculos de personas, razón por la cual estos grupos, que tienden a ser muy cerrados, rara vez permiten el ingreso de un nuevo miembro.
El hermano Frank Ramos, vicerrector de promoción y desarrollo de La Salle y director del estudio, afirma que con frecuencia padres y profesores desconocen la trascendencia de los espacios sociales de los universitarios. “No solo el factor emocional presente en esos espacios es tenido en cuenta a la hora de estudiar la deserción, sino que representa uno de los más difíciles de detectar”, afirma.
Ramos reconoce que la mayoría de las universidades orientan a los estudiantes que pasan momentos académicos difíciles o de pago de sus estudios, pero advierte que no pasa lo mismo con aquellos que atraviesan por situaciones emocionales adversas, las cuales no son fáciles de comunicar y de detectar.
María Patricia Gómez, directora del programa de integración a la Universidad de la Sabana, explica que el estado emocional del estudiante es fundamental a la hora de escoger la carrera y de ingresar a la educación superior.
“El impacto emocional que puede tener para un joven el darse cuenta de que lo que decidió estudiar no es lo que esperaba puede ser enorme y esto puede llevarlo, en el mejor de los casos, a cambiar de carrera y, en el peor, a aplazar sus estudios definitivamente”, advierte Gómez, quien recuerda la importancia de prestarles más atención a los problemas emocionales de los universitarios.
Acciones oportunas
Los expertos recuerdan que:
Los estudiantes tienen derecho a que la institución les brinde apoyo en caso de atravesar una situación emocional adversa. Pero los alumnos también deben buscar ese apoyo.
Los profesores deben estar pendientes de cualquier factor que pueda afectar los procesos educativos de sus estudiantes.
Los padres deben estar atentos a cualquier cambio inusual en el comportamiento de sus hijos.
‘No seguir los sueños ‘dormidos’ de los padres’
Claudia Rey, psicóloga clínica y orientadora profesional de la Universidad Javeriana, aconseja que a la hora de decidir la carrera que van a estudiar, los jóvenes tengan en cuenta aspectos como los siguientes para no equivocarse:
- No dejarse llevar por las carreras que, supuestamente, les van a dar más plata.
- Deben recordar que lo que estudien quizás sea la actividad que van a desarrollar durante toda su vida, por lo que es imperativo que piensen seriamente sobre el grado de satisfacción que les dará en todos los ámbitos la profesión por escoger.
- No intentar seguir los sueños ‘dormidos’ de sus padres. Muchas veces los progenitores guían a sus hijos hacia el camino que ellos no pudieron recorrer.
- Por último, la experta recomienda a los jóvenes no apoyarse en proyectos que no son propios o que no nacieron de sus mentes.
- Una motivación de los estudiantes es prolongar los negocios familiares; si bien esto no es del todo malo, sí los lleva a olvidarse de sus propias metas y dar por sentado que tendrán éxito en empresas que no tienen el futuro asegurado.
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